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Desbocados

2011 - Oleo sobre lienzo 48"x48"

Lo ha titulado el autor Desbocados. Hay aquí  una referencia histórica poco conocida. Se trata del inventor del telégrafo -quien también fue pintor**- Samuel F.B. Morse. Según investigaciones previas realizadas por el pintor nuestro (en libros sobre la historia del pueblo de Arroyo y  escritos de Don Juan B. Huyke), en días previos a la inauguración de la primera línea telegráfica en el pueblo de Arroyo (de donde es oriundo Ángel Cora), estando el inventor en el puerto, unos caballos- hermosos negros, los describe Don Juan B.- se asustaron por el vocerío de unos marinos y espantados salieron corriendo sin jinete ni control. Don Samuel parece que tenía previamente preparado un mensaje que sería  enviado a su hija cuando se dieran las circunstancias en ese momento inaugural, pero tuvo que cambiarlo ante la necesidad de que alguien tenía que detener aquellos caballos desbocados. El mensaje que envió fue el siguiente: Caballos escapados desde aquí van en esa dirección. ¡Deténganlos! 

 

Nuevamente este artista se plantea un momento, casi un instante, un celaje de la historia, en esta ocasión para detenerla. Ese edificio entre lo último español y lo neo clásico de la edad moderna tiene que haber sido parte del estudio previo que realizara el pintor, pues en Arroyo, ni cerca ni distante del malecón que se construyera por ahí donde se encuentran los marinos, le hemos visto. ¿O sí? Ese cielo con cúmulos blancos y las montañas distantes al otro lado de la entrada del mar ¿nos son familiares? Y ese polvo con tierra que levantan los caballos ¿no es una marca hiperrealista además de una muestra de maestría del pintor ante el cual nos encontramos?  Sin embargo el centro de atención del cuadro son los caballos. Un vehículo para la  transportación, una carroza con dos caballos, hace aparecer aquella idea de los modernos que mostraba lo bello sobre lo útil. Uno de ellos muestra una fuerza contenida el otro grita como gritan los caballos. Tanto detalle en los aparejos de los caballos, las bridas, las argollas del bocado, las gríngolas, un hombre que intenta alcanzarlos inútilmente, nada puede contener  el ímpetu de sus cascos, la fuerza de sus cuellos, la expresión de su huída. Una huída que quiere salirse del marco, pero no la permite el pintor. El cuadro que ahora observamos ha sido trabajado espacio por espacio, pincelada por pincelada, detalle a detalle, considerándolo todo, como la clave de aquel inventor que comunicó a distancia, con puntitos y rayas, un mensaje  donde la voz no podía ser oída.  Ángel Cora nos enfrenta a este cuadro. Nos hace mirar. Si observamos bien,  el pintor ha ido descifrando y permitiéndonos encontrar -para nuestro gozo y asombro - nuevos espacios de la historia y la belleza.

 

**Así lo dice Ana Riutort en su libro Historia Breve del Arte Puertorriqueño en su Contexto Universal (Plaza Mayor-Madrid-2006)

 

 

Otho Rosa Vélez

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